miércoles, 3 de octubre de 2018

Las diferentes fases por las que atraviesa el emprendimiento


Las 3 etapas del viaje del héroe que forja su leyenda con el emprendimiento

 

El emprendimiento es viaje largo, tortuoso y pedregoso que pone en múltiples aprietos a quienes en él se embarcan. Éstas son las 3 fases por las que pasa un emprendedor.

Existe una leyenda sobre un héroe griego que se las ingenió para derrotar a una esfinge procurando la respuesta adecuada a un acertijo (ungido hoy por una popularidad de dimensiones siderales): ¿Qué camina sobre cuatro patas por la mañana, sobre dos patas por la tarde y sobre tres patas por la noche? Como el héroe de la historia, el éxito del emprendedor depende en gran medida de su habilidad para resolver acertijos.

¿De dónde va a venir la financiación que la empresa necesita? ¿Cuál es la persona adecuada para un puesto concreto? ¿Cómo se resuelve un problema aparentemente imposible? A todas estas preguntas y muchas más (aún más peliagudas) se enfrenta inevitablemente el emprendedor en su devenir profesional.

Ese devenir profesional atraviesa por diferentes etapas cuyas peculiaridades conviene conocer de antemano para que el emprendedor cruce victorioso la meta del éxito. El viaje del emprendedor consta de las siguientes etapas que desmenuza a continuación Inc.:

1. La etapa de la luna de miel

La mayor parte de las empresas de nueva hornada salen del cascarón bañadas en litros de energía y entusiasmo. Nacidas de una pasión interna que busca a continuación abrirse paso en el exterior, para las startups el cielo parece ser el único límite.

En la etapa de la luna de miel la actitud que prevalece en el emprendedor y en cuantos le rodean es el optimismo. El foco está puesto en dar forma a un buen equipo, desarrollar productos, echar el lazo a un par de clientes y cobrar los primeros cheques.

A quienes atraviesan por esta etapa les embarga una profunda alegría cuando su “criatura” recibe la atención (y el dinero) de inversores y capitalistas de riesgo (que son a todas luces inteligentes).

En esta primera etapa cuando el emprendedor posa sus ojos en el futuro, divisa únicamente crecimiento en el horizonte, donde por lo pronto no hay ningún nubarrón.

2. La etapa de la adversidad

Toda empresa pasa por esta fase. Nadie es capaz de eludirla. Y lo que desencadena esta etapa es casi siempre el optimismo elevado a la máxima potencia que hay primera en la primera fase, la correspondiente a la luna de miel.

En el delirio que brota de los primeros éxitos es fácil quedarse ciego de puro entusiasmo y no ser capaz de detectar las primeras señales de alarma.

Sumido en la adversidad, que tarde o temprano da la cara, el emprendedor se ve abocado a tener las primeras conversaciones incómodas con su equipo, y tiene que esforzarse para no vaciarse por completo de energía ante la lóbrega perspectiva del miedo y de la duda.

En esta segunda etapa el emprendedor, despojado quizás de su mejor cliente, debe sacar la tijera para realizar recortes en los costes (y quizás también en el personal).

La adversidad es una verdadera prueba de fuego para empresas, que o dan el do de pecho en esta difícil etapa o se arriesgan a desaparecer para siempre.

3. La etapa del crecimiento

La verdad, inevitablemente enojosa, es que la etapa de la adversidad nunca toca a su fin en realidad. No hay calma tras la tormenta. Lo que realmente sucede es que las compañías acaban ingeniándoselas para continuar generando ingresos pese a cargar sobre sus espaldas con la pesada mochila de la adversidad.

En la tercera etapa de su viaje el emprendedor halla nuevos clientes para reemplazar los viejos y combate los agujeros en el liderazgo con más talento. La adversidad inicial (y probablemente también inesperada) se convierte en parte de la identidad del emprendedor.

La confianza del emprendedor en esta fase echa anclas en la experiencia y no tanto es la esperanza (a menudo fatua). En la etapa del crecimiento el emprendedor comprende a la perfección el mercado en el que opera y sus proyectos están convenientemente atemperados por la realidad.

En la fase del crecimiento las adversidades siguen acechando al emprendedor, que está sin embargo armado hasta los dientes (con las armas que le procuran su propia experiencia) para combatirlas.

“El mejor contenido piensa en el consumidor, busca entretener, inspirar o educar, independientemente de si la marca está o no. Porque el buen contenido será siempre buen contenido”

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